En el campo laboral y empresarial es muy común que se perciba una
aparente rivalidad entre el éxito de la empresa y la ética, como si fuera
imposible el logro de ambas en un perfecto binomio.
Y, por lo tanto, no es raro que los jefes o directivos tiendan a
justificar la inmoralidad como condición “necesaria” para triunfar. Esto
incluso se ha convertido en un arquetipo: el jefe exitoso y triunfador es el
que logró, por todo medio, la eficacia y los incrementos.
Actuar éticamente en el trabajo.
Para tomar las decisiones de manera inteligente siempre hay que
ver a largo plazo. Hay que actuar con ética siempre en el ámbito profesional.
La contradicción es sólo aparente. Las personas y líderes que actúan
inmoralmente pierden siempre el sentido del éxito total e integral y, como
consecuencia, terminan perjudicando lo profesional y lo moral (muy importante),
terminan perdiendo la confianza de los seguidores y de toda la sociedad.
ACTIVIDAD
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